En
los sistemas capitalistas la titularidad de la mayor parte de medios de producción es privada,
entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes
de capital industrial y de tenencia y uso de la tierra basado en
la propiedad privada.
Los medios de producción operan principalmente
en función del beneficio y en la de los intereses directivos. Se acepta que en
un sistema capitalista, la mayor parte de las decisiones de inversión de capital están determinadas por las
expectativas de beneficio, por lo que la rentabilidad del capital invertido
tiene un papel muy destacado en la vida económica. Junto con el capital,
el trabajo se refiere al otro gran conjunto de
elementos de producción (algunos autores añaden un factor tradicionalmente
llamado «tierra» que en términos generales puede representar cualquier tipo de
«recurso natural»). El papel decisivo del trabajo, junto el capital, hacen que
uno de los aspectos importantes del capitalismo sea la competencia en el
llamado mercado de trabajo asalariado.
Sobre
la propiedad privada, los sistemas capitalistas tienden a que los recursos
invertidos por los prestadores de capital para la producción económica, estén
en manos de las empresas y personas particulares (accionistas).
De esta forma a los particulares se les facilita el uso, empleo y control de
los recursos que se utilizan la producción de bienes y servicios. En los
sistemas capitalistas se busca que no existan demasiadas restricciones para las
empresas sobre cómo usar mejor sus factores de producción (capital, trabajo,
recursos disponibles).
Entre
las características generales del capitalismo se encuentra la motivación basada
en el cálculo costo-beneficio dentro de una economía de
intercambio basada en el mercado, el énfasis legislativo en la protección de un
tipo específico de apropiación privada (en el caso del capitalismo
particularmente lockeano), o el predominio de las herramientas de
producción en la determinación de las formas socioeconómicas.
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