El
tipo de empresa actual suele resultar de una asociación. A principios del siglo
XIX, las empresas eran generalmente de un individuo que invertía en ellas
capitales, fueran estos propios o procedentes de préstamos, y los ponía al
servicio de una capacidad técnica, que generalmente él mismo tenía. Sin
embargo, el posterior desarrollo o auge del capitalismo demostraron claramente
la superioridad de la empresa, que supera los límites de la personalidad
individual o de la continuidad familiar.
Este sistema permite al mismo tiempo
agrupar capacidades que se completan y disociar las aportaciones de capital de
las aptitudes puramente técnicas, antes confundidas. Hay que distinguir dos
grandes categorías de sociedades:
1.
Las de personas, constituidas por un pequeño número de individuos que aportan
al fondo social capitales, llamados (partes) o capacidades técnicas (caso del
socio industrial opuesto al capitalista), que, como son en realidad fracciones
casi materiales de la empresa no pueden ser cedidas sin el acuerdo de los
copartícipes.
2.
Las de capitales, en las que las partes llamadas (acciones),se consideran como
simples pruebas materiales de la aportación de cierto capital por los
asociados, en general numerosos y tienen por tanto la posibilidad de
transmitirse o negociarse libremente en la bolsa de valores.
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